martes, 6 de septiembre de 2011

Viejo sentado

             Sentado sobre una roca en medio de la campiña el viejo parece flotar en medio de la nada.
             Tiene su bastón apoyado en un punto indeterminado y la boina encajada sobre unas cejas grises y crecidas; Observa la vida en silencio.
            Una urraca vuela fresca entre las olas de fuego de Agosto y un tren de alta velocidad aparece como una explosión en el paisaje dejando tras de sí pequeños torbellinos de polvo y cigarras.
            El secarral canta con garganta seca mientras el viejo espera el atardecer. Nada que hacer, sólo esperar.
            Todo lo que sus ojos han visto quedará encerrado tras sus párpados de papel. El valor que una vez tuvo, se perdió en el laberinto de pelusas que se acumula dentro de él.
            Se sienta en medio de los campos aplanados, marrones y amarillos, de un Agosto infernal a ver las urracas pasar y al tren volar, esperando que llegue un día más el atardecer.         
            En la mano una varilla de madera llena de nudos, como conflictos en su alma.

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